sábado, 28 de noviembre de 2009

ASI ES LA VIDA

Que es la vida…. La vida es todo, alegrías, tristezas, en fin un cumulo de pequeñas cosas que compartimos algunas veces y que otras nos guardamos. Hoy pienso en ella, porque la tengo y la disfruto, claro a veces también me pongo triste, a veces pienso que es tan efímera, es tan fácil perderla, pero ver a todos trabajando y luchando con ganas me reconforta y pienso que bien vale la pena vivirla, somos tantos los que luchamos para hacerle la vida mas feliz a otros. La vida no es solamente la de nosotros, seria egoísta pensar que solo nosotros tenemos vida, la vida también puede estar en ese pequeño felino que lucha por su presa, por su sobrevivencia y me mira de reojo como esperando un regaño porque lo he visto con un pequeño pájaro entre sus dientes. Es Ramses el gatito negro de Mariana, que suele cazar, junto a la mata de Guayaba. Es tarea fácil para el, ya que abundan los pájaros, sobre todo en las mañanas antes de que comience el ruido cotidiano de los carros y peatones. A las 5,30 am están todos ellos picoteando en mi mata de guayabas, y ya Ramses a esa hora se alista para tomar su desayuno. Hace un rato lo veía jugando con una de las plumas que habrá tomado de su presa. Parecía tan inocente, luego se me acerca y busca mimos, le doy un puntapié molesta por haberse comido los pajaritos que inocentemente revoloteaban por allí.

Carlitos y Angella adoran a Ramses y ambos se pelean por halarle de la cola, pero es que no lo han visto desayunando como lo veo yo, que bochorno, ya era tarde y no había caso tratar de quitarle su manjar de la boca.

Bueno dejemos a Ramses en su mundo gatuno y pasemos a echarle un vistazo a otras cosas, a las cosas que tengo y a las cosas que aun no tengo, el problema es que no se hacia donde mirar, si hacia el pasado o hacia el futuro. Nuestra mente es buena haciendo proyecciones, que imaginación tan excelente tenemos, pero de allí a concretar y logra metas la distancia es grande. Por ahora mi vida transcurre todas las mañanas observando a este pequeño felino disfrutando de mi casa y mi jardín, así me preparo para la jornada del día, ya he comulgado con la naturaleza y me dispongo a emprender el resto de la jornada en una torre de concreto en un octavo piso, esta vez no será escuchando el canto de pajaritos, sino el ruido ensordecedor de los teléfonos.

puppiol@hotmail.com
maracay, 28 nov 2009.





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jueves, 5 de noviembre de 2009

LA CALLE J

AUTOR: Gioconda C. Leon P.

Hace algunos años hice turismo de aventura en la calle ¨J¨ del Playón, sitio vacacional del Estado Aragua, me gusta recordar mi estadía en la casita del Pintor, mi vecino. La historia más o menos comenzó a media mañana. Luego de conseguir prestada la casita y de tener las llaves conmigo, no dudé en tomar el taxi que me llevaría a la terminal de buses en Caña de Azúcar. Desde allí salen regularmente camioneticas y autos por puestos vía Ocumare, así que opté por la segunda opción y al cabo de una hora y media de camino ya estaba muy cerca de mi lugar de destino. Desembarcamos en la Plazoleta y cada quien tomó su rumbo, algunos pasajeros caminaron hacia las playas y yo tomé el sentido contrario hacia el cerro, buscando encontrar la calle J. Caminé y caminé hasta que por fin divisé el letrerito que me indicaba que ya estaba en el sitio, doble a la derecha por donde señalaba la flecha y camine hasta el final de la avenida. Me habían indicado que la casita era la última de esa avenida.

Por las indicaciones que llevaba, portón de rejas azules, pared alta, mata de mango y demás señas, sabía que ya había llegado a mi lugar de destino. Saqué las llaves del bolso y las fui probando, una de ellas abrió el viejo candado oxidado. Rodé la reja entré al jardín y volví a cerrar el candado. Caminé hacia el porche de entrada y allí estaba la puerta principal de la casita, de nuevo usé mi llavero y entré a la vivienda con cuidado, ya que se observaba que hacia mucho tiempo que nadie la visitaba.

Lo primero que hice fue constatar que la vivienda tenia luz, que suerte pensé para mis adentros, luego abrí las griferías y me encontré que no había ni una sola gota de agua, malo malo pensé, me habían dicho que probablemente la casita tendría problemas con el servicio de agua potable, pero que no me preocupara porque había una reserva de agua en el tanque subterráneo que estaba justo al lado de la mata de mango, así que me dirigí a verificar mi reserva de agua, quité la tapa del tanque con mucho cuidado y sorpresa, el tanque estaba casi completamente vacio, muy pero muy al fondo quedaba algo de agua, pero inaccesible para mi, ya que el tobo y la cuerda que utilizaban para sacar el agua no era lo suficientemente larga como para llenarlo. Ya eran casi las 5 de la tarde y el tiempo se puso nublado, va a llover, es mejor que me prepare para el aguacero que se avecina, entre de nuevo en la casa busque en las despensas y encontré una vela grande y una cajita de fósforos, bueno ya con esto resuelvo por si acaso se va la luz, me habían dicho que apenas llueve en la zona lo primero que se va es la luz. Como a los quince minutos comenzó el anunciado aguacero, acompañado de vientos y truenos. Decidí poner a llenar algunos tobos con agua de lluvia y por suerte logre llenar dos tobos grandes. Ya al menos podría dedicarme a limpiar el baño con el agua que había recogido. Mientras llovía decidí darme un buen baño bajo la lluvia, no había que desperdiciar la oportunidad y yo había llegado muy cansada y agotada por el largo viaje, así que un bañito bajo la lluvia no me venia nada mal. Después de todo eso preparé mi cena, opte por una latica de atún y dos rebanadas de pan dulce. La casa estaba completamente en silencio, pero yo no tenia medio. No era temporada vacacional y por lo tanto no tenia ningún vecino cerca que me molestara con el reggaetón o con la música de la Billo Caracas Boys.
Me sentía como Robinson Crusoe en una isla desierta, con la diferencia de que yo no estaba en una isla, pero si estaba alejada de todo, la casita mas cerca que tenia las luces encendidas estaba como a dos cuadras de donde yo estaba, aquí la oscuridad era total, no había alumbrado publico en las calles, pero igual yo estaba decidida a pernoctar fuese como fuese y me dispuse a dormir.
No tuve la precaución de llevarme un radio, pero por suerte conseguí en un armario un libro en inglés de un escritor que no conocía, y con ese material pase mi primera noche de lo que opté por llamar turismo de aventura en la calle J.
Al día siguiente me despierta muy temprano una bandada de aves, no tenia idea de cuales eran, pero si vi que volaban en correcta formación. Decido a salir al jardín para apreciar mejor este concierto que en nada envidiaba a la magia de Dudamel. La mañana invitaba a disfrutar de la brisa mañanera, del rocío de los arboles, del canto de los canarios, arrendajos y turpiales y con todo este coro acompañándome me dispuse a caminar, dejé la casita y al paso de un caballo cansado logre llegar hasta el malecón de Ocumare. Aun era muy temprano, los que dormían en carpa aun no habían despertado, las señoras de arepitas dulces aun no habían llegado. Me senté en uno de esos bancos a contemplar como el sol cada vez se hacia mas brillante en el horizonte, el mar se mecía plácidamente, me quito los zapatos y me meto en la arena, toco el agua con mis manos, luego me dispongo a buscar piedras raras y caracolitos para mi pecera. En una botellita de plástico meto algunas de ellas, me sentía muy feliz con mi colección de piedritas y las guardo cuidadosamente en mi bolso.
Ya el sol calentaba y decido regresar al malecón, empezaban a verse algunas personas caminando por allí, algunos hacían labores de limpieza y otros se alistaban para la faena. Espero pacientemente a que llegue la señora de las arepitas dulces, esa no podía fallarme, había caminado tanto por mis arepitas que no me iría a casa sin haber aunque sea probado una de esas que preparan con maíz y papelón. Después de haber saciado este inverosímil antojo me voy caminando hasta la casita de Misia Socorro, (que Dios la tenga en la Gloria por haberme prestado su casita durante tantos años) quería recorrer de nuevo el callejón de mi niñez, aquel que me llevaba a la playa donde solía hacer castillos de arena. El mismo callejón que tantas veces recorrí con mis hermanos en las vacaciones de Semana Santa. Al lado del callejón estaba la casita de los Berti y muy cerca la de los Díaz y la de los Zerpa. Dios que de recuerdos, la imagen de mis hermanas sentadas en las barandas, conversando de quien sabe que cosa, las voces de Virgilio y Cheche cuadrando para el sancocho, a Mama dando ordenes por aquí y por allá, las visitas que nunca faltaban, a Franco lo recuerdo como pez dentro del agua, ese nunca salía del agua.
MARACAY, 05 NOV DEL 2009

martes, 3 de noviembre de 2009

ENTENDIENDO LA TOLERANCIA

La tolerancia es una virtud que favorece al hombre con respecto a su estado de ánimo, el hombre que controle su emotividad en todos sus aspectos tiene la virtud de poseer esa herramienta que se llama la tolerancia. La emotividad se manifiesta como susto, disgusto, tristeza, alegrías y cuando Ud. no le da tolerancia a todas esas cosas está proclive a que Dios se lo lleve por los cachos, todas esas cosas las tiene que poner a funcionar las 24 horas del día,
La tolerancia es el ingrediente, todo lo que Ud. quiera endulzar necesita azúcar y se aplica a la vida diaria, no hay que tomarse las cosas amargas.
Por principios morales no podemos ser tolerante a ciertas cosas, ya que de esa manera estamos contribuyendo a que se produzca un hecho punible, por ejemplo *robo* Ser tolerante no significa ser indulgente,
Tolerancia es armonía, respeto y aceptación de las diversas y ricas culturas en nuestro mundo.
La tolerancia es responsable del cumplimiento de los derechos humanos universales, mientras seamos tolerantes estamos contribuyendo a reemplazar la cultura de la guerra por la cultura de la Paz. Tenemos que aprender que todos somos iguales sin distingos de raza, credo o color. La tolerancia es la base fundamental de una vida llena de armonía en todos los aspectos.
puppiol@hotmail.com